sábado, 20 de febrero de 2010

Yo Acuso ( Ich Klage An ) ( 1941 )

 
Producción del III Reich dirigida por Wolfgang Liebeneiner

Ich Klage An (Yo acuso) y se estrenó en Alemania en 1941. La policía secreta, la Gestapo, informó con satisfacción de la atención que recibió del público alemán. Su director se llamaba Wolfgang Liebeneiner. El guión estaba basado en la novela Sendung und Gewissen (Misión y Conciencia. 1936), del oftalmólogo Helmut Unger. El ministro de Sanidad nazi Gerhard Wagner ordenó trasladar al cine la novela. La novela y la película no contienen vestigio alguno de las teorías de higiene racial que habían preparado el terreno intelectual al advenimiento del nazismo al poder. Presentan solamente un argumento humanitario sobre la muerte digna y voluntaria, dirigido a la población aria en general -y no a los judíos ni a los discapacitados o enfermos mentales que los nazis llamaban «inútiles que comen», y que iban a ser las víctimas del programa de eutanasia e higiene racial.
Hanna, una joven y hermosa alemana aria de clase media alta, sufre de esclerosis múltiple. Le suplica a su marido, Thomas Heyt, director del Instituto Anatómico de Munich, que la ayude a morir. «En este momento no siento que vaya a morir, pero no quiero morir más tarde con mi cuerpo reducido a poco más que una piltrafa. Por favor, prométeme que me ayudarás antes de que llegue ese momento», Antes Hanna le ha expresado el mismo deseo a su médico y amigo de la familia, Bernhard Lang. Pero Lang, provisionalmente fiel al juramento hipocrático, se niega a colaborar: «Soy tu mejor amigo, pero también soy médico, y como tal el sirviente de la vida. La vida se debe preservar a cualquier coste».
Ante este rechazo Hanna insiste ante Thomas, su marido: «Tienes que ayudarme. Quiero seguir siendo tu Hanna hasta el final, no quiero convertirme en otra que sea sorda, ciega e idiota. No lo soportaría. Thomas, si de verdad me quieres, prométeme que me librarás de eso de antemano».
Su condición se deteriora rápidamente y todos saben que le quedan semanas de vida La escena crucial tiene lugar cuando Hanna ruega al médico que abandone la habitación para quedarse a solas con su marido. El médico obedece y se sienta en una habitación contigua a tocar una conmovedora melodía al piano. Sus ecos llegan hasta el dormitorio mientras Thomas vierte una dosis letal de un sedante en el vaso de Hanna. Antes de morir Hanna susurra: «Me siento tan feliz, desearía estar muerta». «La muerte está llegando, Hanna» responde Thomas. Y ella muere mientras ambos se declaran por última vez su amor.
Significativamente es la criada, Bertha, con su primario y retrógrado respeto por la vida, quien denuncia al marido.
Bernhard, el médico, se indigna con Thomas en un primer momento, al saber lo que ha hecho, pero al llegar la fecha del juicio su pensamiento ha experimentado un vuelco. Allí defiende como testigo la decisión de su amigo. Finalmente Thomas,  increpa al espectador y acusa (¡Yo acuso!) a jueces y doctores de que por su rígida adhesión a normas morales dejan de servir a la gente: «Juzgadme! ¡Sea cual sea el veredicto, vuestro juicio será una señal para todos los que están en una situación como la mía! Sí, yo confieso: maté a mi mujer incurablemente enferma, pero fue a petición suya». (Diálogos traducidos del artículo de J. A. Emerson Vermaat en «Ethics and Medicine. Vol. 18,1»).
En el juicio de Nuremberg, Karl Brandt, médico personal de Hitler y director del programa de Eutanasia, arguyó que el motivo subyacente del programa era el deseo de ayudar a aquellos que no podían ayudarse a sí mismos y se veían así forzados a prolongar sus vidas de sufrimiento.
Sin calificar.

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